En noviembre de 1834, el escritor francés Honoré de Balzac (Tours, 1799 / París, 1850) se decide a publicar un «manifiesto redactado con premura por un hombre para cuyos trabajos no alcanzan los días» dirigido a los escritores, a los que describe del siguiente modo:
«El escritor de hoy, no queriendo deber nada a nadie que no sea él mismo, se ve obligado a ocuparse de sus propios intereses»
Se trata de una soflama que puede verse con vigencia contemporánea al calor de las leyes SOPA y PIPA [1. Sopa, Pipa, What you need to know. Stephanie Condon. Cbs News. 18-January-2012] a las que el gobierno norteamericano pretende dar salida.
Y es que, en su carta, proclama Balzac:
«La ley, todo respeto por las mercancías del comerciante, por el dinero ganado a fuerza de trabajo (por así decirlo) material, y a menudo a fuerza de infamia, la ley protege la tierra, protege la casa del proletario sudoroso… Y confisca, en cambio, la obra del poeta pensante. Si existe en el mundo un propietario sagrado, si algo hay que pueda pertenecer al hombre, ¿no será precisamente aquello que el hombre crea entre el cielo y la tierra, aquello que arraiga únicamente en la inteligencia y que florece en todos los corazones? Las leyes divinas y humanas, la modesta ley del sentido común, están todas de nuestro lado.»
Y así acaba yendo al quid de la question:
«Hablemos pues de capital. ¡Hablemos de dinero!»
Se queja Balzac de la piratería del siglo XIX, en cuanto a impresiones ilegales, apropiacionismos indebidos y ausencia de compensación por los derechos de autor y algunos agravios más que, en su opinión, se están cometiendo en Francia contra los creadores.
Su posición, en resumidas cuentas, es la siguiente:
«No pedimos socorro ni protección, no tendemos la mano. Suplicamos que se iguale el pensamiento a las mercancías; no amenazamos, suplicamos que no se nos despoje.»
Merece la pena echarle un vistazo a este texto traducido por Gabriela Torregrosa y publicado en el último número de la revista Trama & texturas (nº 16).
El texto íntegro puede leerlo aquí.
es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.
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