Joe Frazier (1944-2011)

Joe Frazier y Muhammad Ali

Para cualquier hombre es difícil vivir bajo la sombra de otro hombre. Y durante muchos años fue evidente que Joe Frazier guardaba un gran resentimiento hacia el hombre que fue su contrincante en tres horripilantes peleas. (La primera de ellas, dijo alguna vez Ferddie Pacheco, fue tan brutal que habría servido como un buen argumento para prohibir el boxeo.) En el punto más alto de su resentimiento a Frazier llegó a decir que era él el causante de la condición última de Ali.

Hacia el final de su vida, sin embargo, Frazier comprendió que su leyenda y su mística eran inseparables del hombre que fue su némesis. Sin duda, Ali jugó siempre un papel más importante en el amplio contexto que los rodeaba. Con su adhesión a la Nación del Islam, su negativa a pelear en Vietnam y en general su actitud pública, Ali logró lo que años atrás otros pesos pesados habían logrado, buscándolo o no, que el boxeo intersectara con la Historia, con «H» mayúscula. Frazier no podía aspirar a tanto. Incluso después de grandes logros su historia fue siempre de humildad y trabajo. Tras ganar la medalla de oro, por ejemplo (como sustituto de un peleador que no pudo asistir a los juegos olímpicos) regresó a los Estados Unidos y trabajó como conserje de una escuela. Su ascenso en la categoría de los pesados no fue espectacular, comparado con el de Ali, por supuesto, pero al conseguir el campeonato a Frazier se le consideró un campeón sólido a pesar de que en la imaginación pública la imagen de Ali gravitaba como una sombra ominosa.

No era ominosa para Frazier. Al contrario. Como bien se sabe, Frazier pidió a Nixon que devolviera a Ali su licencia para boxear e incluso llegó a prestarle dinero. Cuán doloroso fue, por lo tanto, que su imagen pública se definiera por la definición que Ali impuso sobre él. Ni todos los publicistas de hoy en día podrían haber limpiado la imagen que Muhammad elaboró habilidosamente para hacer de Frazier un campeón blanco en un cuerpo negro. Y Frazier -un hombre trabajador y de pocas palabras, incapaz de contrarrestar la plataforma televisiva y mediática que rodeaba a su contrincante- lo odió por ello.

*

En nuestro días resulta incomprensible ver ese viejo programa de televisión en el que Howard Cossell pregunta a Muhammad Ali qué piensa de la decadencia y posible muerte del boxeo, anunciada por muchos. Es incomprensible porque desde entonces no ha habido un periodo de la historia en que el boxeo hubiera sido más relevante, cultural y políticamente hablando. En términos boxísticos, además, no existe otro periodo en el que la categoría de los pesos pesados fuera tan espectacular. Y Frazier, a pesar de haber visto la lona más veces que sus grandes contrincantes, Ali y Foreman, forma parte de esa grandeza.

El legado de Frazier difícilmente puede medirse en variables físico-atléticas. Como Patterson antes que él y Tyson décadas más tarde, Frazier fue un peso pesado más bien pequeño, que apenas rebasaba el metro ochenta de estatura. No pudo retener el título ante George Foreman porque éste ostentaba ventajas físicas inigualables. Pero Foreman mismo confesó alguna vez que si bien no temía a Muhammad Ali, sí temía en cambio la voluntad y la fiereza de Frazier. Ese es su legado, la voluntad de ejercer su arte en contra de la adversidad. Quizá fuera del ring Frazier podía pasar por un hombre que no llegaba a comprender muchas de las conexiones que lo rodeaban; frente a las cámaras nunca tuvo el carisma de Ali y la imagen pública que se tenía de él poco dependió de él. Dentro del ring, sin embargo, era boyante, una máquina de pelear que ejercía una presión extenuante que terminaba por coronar con fascinantes ganchos izquierdos. Fue dentro de ese cuadrilátero que Frazier podía expresar plenamente su visión de la vida, su expansividad. Gente estúpida como Arturo Pérez Reverte no puede entender que cuando una persona encuentra su medio de expresión ideal en el enfrentamiento corporal, difícilmente puede reprochársele su elección, y sólo cínicamente coartársele tal derecho a la expresión sin atentar a su libertad de elección básica. Frazier, es cierto, sufrió en carne propia la brutalidad de su oficio, pero incluso siendo brutal logró arrancarle momentos de belleza, belleza barbárica si se quiere, pero auténtica.

La pelea del siglo

*

Joseph William Frazier, Smoking Joe, nació en Beaufort, Carolina del Sur, el 12 de enero de 1944.
En 1962, 1963 y 1964 fue campeón del campeonato de los Guantes de Oro en la categoría de los pesos pesados.
En 1964 ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokyo.
Fue campeón de los pesos pesados de 1968 a1970 por la Comisión Atlética de Nueva York, y de 1970 a 1973 se le reconoció como el campeón universal e indiscutible.
La revista The Ring lo reconoció como Peleador del Año en 1967, 1970 y 1971, y en 1998 como el octavo mejor peso pesado de todos los tiempos.
Protagonizó varias Peleas del Año: en 1969 contra Jerry Quarry; en 1971 contra Muhammad Ali; en 1973 contra George Foreman y en 1975 nuevamente contra Ali.
Ingresó al Salón de la Fama en 1990.
Sus entrenadores fueron Yancey Durham y Eddie Futch.
Vivió en Filadelfia.

by Mauricio Salvador

nació en 1979. Vive en la ciudad de México.

2 Replies to “Joe Frazier (1944-2011)”

+ Leave a Comment