Diario de Satanás

Satanás ha muerto. Está muerto porque decidió convertirse en hombre representando una comedia para lo cual adoptó el cuerpo de Henry Wandergood, un americano criador de cerdos que decide viajar a Roma con el ideal mesiánico de hacer el bien a los hombres con los millones que lleva consigo. ¿Cómo es que Satanás representa una comedia? ¿Cuál es la farsa de Satanás como primer actor? ¿Cuál su destino, cuál su hazaña? ¿Qué demonios hace el diablo representando una comedia en la tierra? Esa es la trama de El diario de Satanás, escrita por Leonid Andréiev.

El diario de Satanás es la obra póstuma del novelista, cuentista y dramaturgo ruso Leonid Andréiev, que recuerda a los escritores que desde el siglo XVIII se levantan contra la ilustración y el racionalismo, dándole prioridad a los sentimientos, la libertad y la fantasía; prefiriendo los ambientes nocturnos, los temas luctuosos y los lugares extraños para desarrollar sus historias; concibiendo una idea del hombre ligada a la naturaleza, al idealismo extremo y una condición exacerbada del yo. El diario de Satanás tiene sin duda un legado romántico tocando los temas de la razón enferma del ser humano y su corrupción por el avance de la civilización.

Michel Onfray, comienza la primera parte de su Tratado de Ateología haciendo una pregunta en suma interesante: ¿Dios ha muerto? Está por verse… sentencia el francés. La muerte de dios es un dispositivo ontológico del siglo XX que vio la muerte por todas partes: en el arte, la filosofía, la metafísica, la novela, la utopía, la política; y no era más que su propia paradoja para seguir produciendo más arte, filosofía, metafísica etc. Además, continúa: ¿Quién vio el cadáver? ¿Dónde están sus restos, es decir, las pruebas de su fallecimiento? En efecto, no está muerto ni puede agonizar, porque nunca ha estado vivo, es sólo una ficción, y las ficciones no mueren como tampoco lo hace el hipogrifo o la quimera. ¿Dónde estaría muerto Dios? En los libros de Sade, de Nietzsche y Heine, en las demostraciones y refutaciones de su inexistencia… Nada que está muerto, sigue vivito y coleando como lo muestra la teocracia, o la ilusión de democracia que se rige y se fundamenta en el gobierno de Dios. Así pues, seguimos viendo sus restos ideales, esas partes que se meten en el derecho, la cultura y demás efectos de la sociedad y, habría que pensar que ni el mismísimo diablo ha escapado a esta idea al querer convertirse en un hombre bueno, al querer actuar con las mismas normas teocráticas que lo hacemos todos.

Ahora bien, Andréiev hace una interesante inversión de los valores con la cual el diablo se dispone a llevar a cabo su farsa: El diablo es el estereotipo del bien mientras que la humanidad es ruin. Los hombres invitan al diablo a ser egoísta, a hacerse más rico cultivando cerdos y no hacer el bien con la cerda humanidad; porque la razón del hombre está en decadencia y nada hay de bueno en salvar la decadencia. El mal online casino está en la naturaleza humana, representada Thomas Magnus, un misántropo que le aconseja crear patíbulos, cárceles y manicomios en vez de malgastar su dinero haciendo el bien. También la maldad se presenta en forma de cardenal astuto, despiadado y embustero o de rey déspota, que pide dinero para seguir dominando a sus discípulos. El diablo, por su parte, intenta disfrutar de la vida y entregarse al deleite de la bondad.

Para representar su comedia el diablo tiene que actuar y creerse su propia mentira. En la verosimilitud de la mentira está la farsa. Es el Diablo que se agrega a la farsa de la compasión, la alegría, la amabilidad, el carisma, un noble arquetipo del bien dispuesto a ayudar a toda costa al género humano. Incluso hay momentos en donde el diablo es un personaje ingenuo, fantoche; un títere nada más de los hilos enfermos de la humanidad que lo castiga. Como a toda persona ingenua, es confundido con un idiota. Satanás termina siendo, en algunos momentos, la parodia de sí mismo.

A la inversión de todos los valores, la razón decadente del hombre, Andréiev agrega otro plus modestamente nietzscheano (desconozco si fue consciente de ello o no): el diablo se convierte en humano demasiado humano; percibe el terror, la vergüenza; se exalta por sentir La Roulette en ligne est l’un des jeux fetiches des joueurs de casino en ligne belges. el palpitar de su propio corazón – de ese reloj que nos marca el tiempo. El diablo intenta comprender las cosas, vivirlas como un simbolismo y no como htmIt has been my argument, as with many other data recovery hard drive professionals, that this program does nothing more than use the hard drives built in sector remapping feature when it encounters a read error. se presentan según la realidad. Así es como termina dominado por las pasiones, las reacciones instintivas que quedan del verdadero Wandergood que sólo después de un tiempo logra controlar. Aunque no del todo. Esto se hace patente cuando se enamora de María, la hija de Thomas Magnus, por la cual deja ver online casino nbso su propia debilidad casino online y en general la de los hombres por las mujeres.

Un Satanás aburrido, tedioso de sus actividades y que decide crear una comedia en la tierra, no será la prueba de su propia muerte, casino spiele o bien de la muerte del archienemigo de aquel autonombrado justo. ¿No contiene esto la suficiente seriedad para pensar que se está representando una comedia, una broma de mal gusto? casino El diablo enamorado y poeta: ¿no es este el símbolo de la propia decadencia de un diablo humano demasiado humano? Que el diablo casino online para divertirse se convierta en hombre, no será otra muestra de la segunda revelación de Satanás como ángel doblemente caído…

Sólo una pequeña broma, casinovaul.info no hay que tomarse en serio nada de esto. Como tampoco hay que tomarse en serio la farsa del diablo cuyo nombre original es ininteligible para cualquier oído humano, cuya mitificación es denigrada por él mismo al decirle al lector que no piense que es aquel ser con cuernos y cola abriendo el piso para salir del infierno con un tridente en mano. Satanás tampoco sería, obviamente, aquel ser enorme, rojizo y de piernas flacas que sale peleando con Jesús o encamado con Saddam Hussein en los capítulos de South Park.

Para nada, el diablo representando al hombre es dibujado por Andréiev de una manera sobria, siniestra pero bien cuidada y sobre todo reflejando lo difícil que es ser humano, los extraños padecimientos y arrebatos sentimentales de los que somos víctimas y creadores. Además es una obra de gran intensidad con una narrativa fluida y directa. El diablo opta por encarnar su farsa, ser humano vestido como un americano respetuoso. Si la farsa es el bien, y no va a la tierra para hacer el mal, entonces hay un término que sirve de liga entre ambos extremos y se llama humor. Aunque en este caso parece que Satanás camina con el paso doble de la comedia y la tragedia en cada pie. ¿Qué es lo distingue a una de la otra? Sólo la perspectiva.

Onfray dice que Dios no ha muerto, que estamos en proceso de aniquilamiento todavía y que más bien vivimos entre sus restos. Lo mismo con Satanás. Pensar de forma tan disyuntiva es el chiste verdadero; pues en la medida en que ambos siguen vivos es permisible todo acto. La broma nihilista ya no es “si dios ha muerto, entonces todo está permitido”. Más bien en nombre del bien y del mal se han permitido toda clase de actos crueles; la ironía realizada, de afirmar que como “Dios está vivo, entonces todo está permitido”.

No obstante, en los juegos literarios, cuando se trata de hablar de Dios o de Satán yo prefiero mil veces a este último que siempre tiene ideas más brillantes e interesantes; siempre busca divertirse, pasar el rato con algunas distracciones. Siempre me ha gustado más pensar el paraíso donde Satanás es el patrón en esta eterna lucha del bien contra el mal. Aún más, donde lo malo es sólo el reflejo del espíritu decadente del hombre. Para ser honesto, creo que la novela no trata de hablar o tomar una postura acerca del bien o del mal; tampoco está más allá del bien o del mal, para hacer de la novela una obra completamente nietzscheana – sino como proponen los románticos, se trata de una ética inmanente sin obligaciones ni aspiraciones trascendentes, a partir de las decisiones que se tomen en el aquí y ahora sin importar el juicio de valor moral.

by Cristopher Garnica

nació en la ciudad de México en 1984. Periodista y filosófo. Actualmente escribe su primera novela y ensayos sobre temas relacionados con el humor, la risa y sus derivados contorsionistas. Escribe el blog Divina Geliofobia.

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