El escritor kurdo Behrouz Boochani lleva casi seis años detenido en la isla de Manus (Papúa Nueva Guinea), detrás de alambradas, focos y cercas, encerrado en un purgatorio más cercano al infierno que a otra cosa, y todo, merced a la política migratoria australiana que conlleva la expulsión obligatoria y procesamiento en centros de detención fuera de Australia.
Ayer recibió la noticia de que el libro que escribió en su celular, No Friend But the Mountains [Ningún amigo salvo las montañas] ha recibido dos premios del mismo país que durante años lo ha privado de libertad. El primero, con una dotación de AU$25.000, es el galardón del Premier de Victoria al mejor libro de no ficción; el segundo, de AU$100.000, es el premio literario con mayor dotación en Australia, el Victorian Prize for Literature.
Pese a ser merecedor de honores, el ganador no pudo asistir al acto en que leyeron su nombre. El gobierno australiano no le permite entrar en el país. Aun así, Boochani aceptó el premio en un video. En su discurso desde Manus, el escritor comienza recordando el momento en que el funcionario de inmigración de la isla de Navidad (territorio australiano en el Océano Índico) le comunicó que iban a encerrarlo en Manus: “Les dije que soy escritor. Esa misma persona simplemente se rio en mi cara, y ordenó a los guardias que me exilasen a Manus.”
Al arribar a Manus, Boochani creó un alter ego, el de un novelista encerrado en una lejana cárcel: “Durante años mantuve esa imagen en la mente. Incluso mientras tenía que esperar en largas filas para conseguir comida, o mientras soportaba otras situaciones humillantes.”
El recurso le sirvió para conservar un atisbo de dignidad y su identidad como ser humano. “De hecho, creé esa imagen en oposición a la imagen que el sistema crea [de nosotros]. Después de varios años de lucha contra el sistema que ha ignorado totalmente nuestras identidades individuales, me alegra haber llegado a este momento.”
“Esto demuestra que las palabras todavía tienen fuerza para retar a sistemas y estructuras inhumanas. Siempre he dicho que creo en las palabras y en la literatura.[…] La literatura tiene la fuerza para proporcionarnos libertad.”
Sus palabras son más necesarias y reveladoras que nunca. “Con humildad, quisiera decir que este premio es una victoria. Es una victoria, no solo para nosotros, sino para la literatura, el arte; pero sobre todo, es una victoria para la humanidad. Una victoria para los seres humanos, por la dignidad humana. Una victoria frente a un sistema que nunca nos ha reconocido como seres humanos. Es una victoria frente a un sistema que nos ha reducido a simples números.”
Y concluyó con una conmovedora invitación: “Es un hermoso momento. Celebremos esta noche la fuerza de la literatura.”
nació en Valencia en 1964. Vive en Canberra, donde se dedica a la traducción y a la lectura. Escribe en el blog Notas Literarias,. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.
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