Este sábado 9 de diciembre, en el Madison Square Garden de Nueva York, el ucraniano Vasyl Lomachenko defenderá su título súperpluma ante el cubano Guillermo Rigondeaux. En papel, es una de las peleas más grandes jamás pactadas: dos de los peleadores amateurs más condecorados de la historia se verán las caras en un mismo ring, ahora como profesionales. En entrevista, Brin-Jonathan Butler, autor de A Cuban Boxer’s Journey (una biografía de Guillermo Rigondeaux) y The Domino Diarios (sobre la Cuba postcastrista y los grandes peleadores cubanos) nos adentra en la mente de uno de los grandes boxeadores cubanos de todos los tiempos, Guillermo Rigondeaux.
Emilio Sánchez Menéndez: ¿Podrías contarnos un poco sobre tu primer encuentro con Rigo en Cuba?
Brin-Jonathan Butler: Lo recuerdo muy claramente. Estaba en el Gimnasio de Boxeo Rafael Trejo, un gimnasio al aire libre en la Vieja Habana por el que han pasado casi todos los grandes peleadores que Cuba ha producido; es el gimnasio más sencillo que he visto en el mundo y sin embargo ha producido a los más grandes peleadores que me ha tocado ver. Y un día en que estaba entrenando con el doble campeón olímpico Héctor Vinent, el gimnasio se quedó en silencio por completo; y esto era en 2007, otoño, y recuerdo que escuché murmullos que decían “Él, él, él”. Para entonces ya estaba al tanto de que si en Cuba escuchas a alguien decir “Él, él, él”, y no es del todo claro a quién se refiere, únicamente puede significar Fidel. Fidel había dejado el poder y por tanto nadie sabía cuándo o dónde podía aparecer él en su coche Mercedes, podía ser una galería de arte, o el Capitolio, o un restaurante o incluso un gimnasio de boxeo. Y pensé, “Dios mío, podría tener la oportunidad de conocerlo”, porque Héctor y todos lucían temerosos, pero no vi a Fidel; miré hacia la calle y no ubiqué el Mercedes negro en el que Fidel solía viajar, y me dije “No lo veo”, y Héctor dijo “No, ahí justo está”, y señaló hacia las gradas junto a la entrada del gimnasio, y entre las sombras vi lo que me pareció un muchacho, de apenas 1.60 m y 120 libras, afrocubano, que vestía la ropa que había visto vestir a todos los cubanos en la calle, playeras de imitación Versace, una gorra de Nike, o algo parecido, y noto que el chico fumaba un cigarro, y Héctor dijo: “Es Guillermo Rigondeaux, el boxeador más grande que Cuba ha producido”.
Y yo había visto antes pelear a Rigondeaux en La Habana, pero nunca lo había visto sin su equipo de boxeo puesto, nunca había estado cerca de él y como vestía su gorra y estaba bajo las sombras, pensé “Dios mío”, y caminé hacia él y lo saludé, y todos estaban en silencio, nadie le hablaba, y yo no sabía bien la razón pero se debía a que había intentado desertar en Brasil, en los Juegos Panamericanos de 2007, y ahora era una persona non grata en la sociedad cubana y Fidel había declarado que nunca volvería a competir, y que ningún boxeador o atleta cubano tenía permitido siquiera dirigirle la palabra en la calle, o en privado, lo tenían prohibido, así que ese era el miedo que se percibía en el gimnasio, así que cuando me presenté ante Rigondeaux, no supe realmente qué decir dadas las circunstancias tan extrañas, y noté su sonrisa, sonrió de manera tímida y ahí estaba la rejilla de dientes de oro de 24 kilates, muy visible, y para hacer plática le pregunté de dónde provenía el oro, y él dijo: “Me fundí mis medallas de oro en la boca”, y ahí estaba yo tratando de traducir esto en mi mente porque era algo simplemente absurdo, pero era uno de esos momentos en tu vida en los que te preguntas si todo es un sueño o realidad.
Rigo entonces dejó el cigarro e hizo un comentario muy triste sobre que él solía pelear en ese gimnasio. Y recuerdo haber pensado que había visto caras muy tristes en aquel país pero esa era la cara más triste que había visto en un país que trataba con dureza a su gente. Así que creo que fue en ese momento en que me obsesioné por saber qué era lo que afectaba tanto a un campeón tan distinguido, emocionalmente hablando.
ES: Has seguido a Rigondeaux ya por muchos años. ¿Dirías que Rigondeaux ha cambiado su estilo, quizá para satisfacer la audiencia de HBO? ¿Qué puedes decirnos de esto?
Brin: Yo no diría que su estilo ha cambiado mucho. Creo que ha cambiado de ser un bailarín en el ring, creo que ya no pelea brincando en las puntas como solía hacerlo cuando era un olímpico o cuando peleaba en otras competencias alrededor del mundo. Si lo miras en los Juegos Olímpicos de 2004, por ejemplo, es intocable; ya entonces era dueño de todos sus recursos, de un atleticismo sublime y de una defensa brillante, y podría controlar a oponentes de nivel mundial. Todo eso es igual, y él siempre me ha dicho que no importa quién sea el oponente -como me dijo esta mañana sobre Lomachenko-: “Para mí no hace diferencia con quién estoy peleando”, que es exactamente la misma respuesta que Lomachenko me dio el lunes sobre Rigo. Y al preguntarles qué tiene de especial este oponente -pues hay muy buenos boxeadores ahí afuera que dicen que esta es la más grande pelea, al menos en papel, en términos de talento, habilidad y pedigrí amateur-, y al preguntarles si les causaba preocupación la necesidad de ajustar sus estilos, porque seguramente al sonar la campana se encontrarán con uno de los mejores oponentes que les haya tocado, ambos simplemente mostraron desprecio incluso por la sola idea de verse obligados a hacer algo diferente de lo que siempre habían hecho. Así que a Rigo nunca le he visto ceder ante la necesidad de cambiar su estilo o adaptarse a cualquier demanda cultural por pelear en Estados Unidos o ante una audiencia estadounidense. Y no solo le es indiferente la idea de cambiar sino que desprecia incluso la idea de que la gente lo sugiera.
ES: Me gustaría que habláramos ahora de Lomachenko. Dirías que existe algo así como un “estilo ucraniano de boxeo”?
Brin: Creo en definitiva que existe un estilo de Europa del Este o ruso; sé que él es de Ucrania, y no creo que Lomachenko ejemplifique ese estilo, pero ciertamente hay un estilo que prevaleció a partir de las victorias olímpicas de los hermanos Klitschko y del dominio de Rusia y la Unión Soviética en el boxeo.
ES: ¿Y por qué crees que Lomachenko no ejemplifica ese estilo?
Brin: Diría que es más dinámico, que trasciende ese estilo, porque parece tener una habilidad muy propia, y me parece más artístico, y creo que es posible argumentar que Lomachenko es es el más grande peleador amateur de todos los tiempos, con un récord de 400 victorias y una derrota que vengó tres veces; creo que trasciende física y tácticamente; su preparación es perfecta, tiene un psicólogo deportivo, su padre es su entrenador, y es poco convencional en su manera de entrenar, casi como un gimnasta porque camina con las manos durante varios minutos, y es como si escribiera sus propias reglas, y no conozco a ningún boxeador que lo iguale en estilo o que acometa semejante preparación. Es un especimen muy inusual.
ES: ¿Cuáles son las semejanzas que ves entre el estilo de Rigondeaux y Lomachenko?
Brin: Un atleticismo ejemplar, gran inteligencia, maestría, creatividad en sus estilos, velocidad de manos y de pies, una habilidad para encontrar ángulos, para recalibrar, sus pivotes. No creo haber visto a alguien que, como ellos, sea capaz de trabajar los ángulos que ellos encuentran, y a tal velocidad que pueden encontrarse en posición de noquear a sus oponentes sin exponerse una sola pulgada a ser golpeados. Diría que Lomachenko es un peleador ofensivo mucho más versátil y dinámico, dispuesto a tomar más riesgos, y más propenso que Rigondeaux a acabar a sus oponentes, pero Rigondeaux, que es mayor de edad, hay que recordarlo, y cuyo estilo se ha adaptado hasta cierto punto, ya no es un bailarín en el ring, como he dicho, pero tiene mucho más alcance que Lomachenko a pesar de ser de menor estatura, y es capaz de utilizar dicho rango para tirar con poder de nocaut al cuerpo y a la cabeza. Diría, además, que es menos arriesgado que Lomachenko, y que quizá es el peleador más inteligente de ambos. Para ponerlo en pocas palabras, diría que Lomachenko es el más brillante jugador de partidas rápidas de ajedrez mientras que Rigondeaux se ha convertido en un jugador que, cuando tiene tiempo de hacer sus jugadas, hace las mejores, aunque Lomachenko es más rápido al jugar, así que eso es lo que vamos a ver cuando peleen, cómo se mezclan semejantes estilos
El ajedrez, que trata de encontrar la apertura indicada, es como el estilo cubano de boxeo, un estilo mayormente contragolpeador; los boxeadores fajadores, en cambio, se lastiman, se exponen, y por eso es que las computadoras han comenzado a dominar el juego del ajedrez; las computadoras no crean juegos brillantes, lo que hacen es explotar las debilidades de los juegos humanos, y ese es el estilo cubano de boxeo.
ES: Brin, supongo que estarás dando muchas entrevistas sobre Rigondeaux de aquí al sábado puesto que eres el experto en este boxeador.
Brin: Sí, ha habido algunas. Rigo es un peleador muy difícil de definir. Es curioso que menciones el estilo mexicano de boxeo porque la gente suele decir: “¿Existe un mexicano que no haga una gran pelea? Los mexicanos son incapaces de no crear drama y colorido”. Es todo lo contrario de lo que se espera del estilo cubano de boxeo, algo con lo cual no estoy del todo de acuerdo. Entiendo que cuando conoces a los peleadores mexicanos y los ves pelear, hay una catarsis en la manera en que suelen exponerse, mientras que los cubanos son más controlados, más mecánicos, incluso fuera del ring, como ayer que Rigondeaux tuvo la oportunidad de ir a Bristol, Connecticut, a las oficinas de ESPN, y dijo: “No quiero ir porque tengo jetlag del viaje de Nueva York a Miami”, ya sabes, un vuelo de tres horas, y Rigondeaux simplemente dijo no al mayor escaparate deportivo que lo habría conectado con fans con los que posiblemente no cuenta en este momento, y por ello, si visitas la sección de boxeo en el sitio web de ESPN te encontrarás con montañas de videos, artículos y fotografías sobre Lomachenko, y casi nada sobre Rigondeaux, y esto se debe a la falta de voluntad de Rigo, es ésta la que le impide participar en ese juego, pero es en detrimento suyo, porque, ¿quién realmente sufre por ello? Es dinero que él podría hacer, sobre el que podría capitalizar, pero simplemente se muestra despreciativo y amargo.
ES: Tengo la sensación de que Rigo simplemente podría ser tímido, de que odia mostrarse al público.
Brin: Sí, todo cambia cuando le pones una cámara enfrente. Rigo es, como muchos boxeadores, una persona increíblemente vanidosa, así que te voy a enviar una fotografía que puedes usar para esta entrevista, un poco coreografiada, pero que es interesante porque como Rigo y Loma se hospedan en el mismo hotel, ambos miran exactamente al mismo espejo.
es doctor en Literatura Hispánica por El Colegio de México. Ha publicado notas sobre pugilismo en Revista Esquina Boxeo y en la revista digital en línea Boxeo Mundial. Actualmente vive en Xalapa, Veracruz, donde divide su tiempo entre la escritura académica y creativa.
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