Entrevístame, por favor

Tu eres mi lenguaje

 

Cada vez se realizan menos entrevistas a viva voz, en directo: frente a frente. Resulta ya usual toparse en los medios de comunicación (escritos) con entrevistas realizadas via e-mail, por escrito. Un tipo de entrevista muy peculiar, en tanto que dinamita la naturaleza de la misma: su inmediatez y su espontaneidad. El resultado son diálogos demorados, en los que el escritor no debate sobre su obra o trata de explicarse al momento, sino que se mesura y, en cierta medida, posa.

Mas no se trata de un posado estético sino ético.

Claro que me refiero a los casos más interesantes (que, en puridad, son los menos). Son aquellas entrevistas más bien largas, en las que el escritor recibe de antemano las preguntas y las sopesa y medita. Y sobre las que no responde al buen tuntún ni tampoco con celeridad ni premura, sino que las contempla en tanto que disquisiciones ensayísticas y/o metaficcionales.

Dicho de otra manera, son estas entrevistas de preguntas abiertas, que sirven de pórtico para que el escritor juegue a elucidar su posicionamiento frente al arte y frente a sí mismo. De esta manera, las tales conversaciones simuladas, se convierten en parte de la obra del propio autor; y, ello, en virtud de su condición exegética, pero también en tanto que manifiesto, ideario e invitación al debate.

Se pierde, pues, el revés del razonamiento truncado, la palabra que no acude, el desliz impremeditado, la boutade y el esperpento. Por contra, se gana la idea sustanciosa, el pensamiento bien fijado gracias al asidero de la reescritura y la reflexión y una cierta sensación de trascendencia.

Si antes las entrevistas a escritores eran un tipo de entrevista social, en la que se buscaba descubrir la parte gregaria del escritor, su vinculación con la polis, podríamos decir que hemos salido ganando con este tipo nuevo de entrevista intelectual, literaria, narrativa, donde el autor sigue mostrándose en su versión ideal, ficcionalizada a través de la escritura.

Claro que a veces el formato se puede llevar al paroxismo, como cuando el escritor entiende que nadie mejor que él sabrá el modo óptimo de elucidar ese yo ideal suyo y decide entrevistarse a sí mismo. Pero, claro, este tipo de entrevistas no son privativas del formato e-mail, como demuestra esta entrevista audiovisual que Will Self se realizó a sí mismo, desdoblándose (y auto-parodiándose).

 

by J.S. de Montfort

es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.

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