En un reciente estudio conducido por el profesor de Oftalmología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza, Francisco Javier Ascaso Puyuelo, y Jan L van Velze, del Departamento de Estudios Literarios de la Universidad de Utrech (Holanda), y que se ha publicado con el título de Was James Joyce myopic or hyperopic? en la revista científica British Medical Journal-aquí-, se dictamina que lo que sufría Joyce no era miopía sino hipermetropía.
Los investigadores han llegado a tal conclusión analizando las gafas del escritor irlandés en más de un centenar de fotografías, así como en una prescripción de lentes que ha sido hallada recientemente y que fue emitida en 1932 por el profesor suizo Alfredt Vogt, célebre oftalmólogo de la época.
Esta matización podría parecer baladí a estas alturas, pero sin embargo no lo es. La hipermetropía se caracteriza por reducir la visión próxima y así, Joyce se veía obligado a usar lupas de aumento para magnificar las palabras que apuntaba en trozos de papel durante sus paseos y que, más tarde, incorporaba a sus obras. Se cree que este hecho podría estar ligado a los neologismos, los errores ortográficos, y a la ausencia de signos de puntuación.
Así, en 1930, la agudeza visual de James Joyce (que fue sometido a trece intervenciones quirúrgicas) se reducía a 1/30 en su ojo derecho y tan solo 1/800 en su ojo izquierdo.
Es decir, que la genialidad de Joyce, según los investigadores Ascaso Puyelo y van Velve, se explicaría por una vulgar tara visual.
es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.
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