En abril de 2010 la cronista argentina Leila Guerriero (Junín, 1967) fue invitada por la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) y la Agencia Española de Cooperación Iberoamericana al Desarrollo ( AECID), gracias a su programa «Escritores en residencia», a pasar un mes en Alcalá de Henares, coincidiendo con la premiación del Cervantes que ese año recayó en José Emilio Pacheco.
Durante ese tiempo (y tras el que la periodista se iría a pasar una larga estancia en Zimbabve) Leila Guerriero se hospedó en el Colegio San Idelfonso, tiempo que aprovechó para llevar una suerte de diario. Son notas sueltas y breves sin fechar (escritas sin intención de ser publicadas) de sus impresiones sobre esa España en crisis, sobre las cosas que le van llamando la atención. Algunas de sus anotaciones terminan con un «Qué difícil» que revela la incredulidad y el desconcierto de la cronista.
Cosas cotidianas, observaciones de las gentes con las que se topa son las que rescata para su libreta; cosas como que «no hay viejos más viejos que los viejos de Alcalá […] viejos que fueron siempre viejos, viejos que no tuvieron juventud». Son detalles que llaman la atención de los ojos de una argentina y que resultan de interés para el lector, pues lo que al habitante nativo se le torna invisible por su regularidad y por la rutina, termina siendo un enigma fascinante para el extranjero.
Una vida, la de Alcalá de Henares y así la de los españoles, que es para Guerriero como si «nunca fuera del todo en serio. Como si siempre hubiera tiempo para algo más».
La revista Orsai ha publicado el diario bajo el nombre de Diario de Alcalá en su nº 4 (Octubre-Diciembre 2011) y pueden leerlo íntegro aquí.
Que pasen un feliz fin de semana.
es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.
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