Probablemente nuestro lectores mexicanos ya sabrán lo sucedido con Enrique Peña Nieto, el candidato del PRI que lidera las encuestas para convertirse en el próximo presidente de México en 2012, al ser preguntado el pasado sábado día 3 de diciembre en el marco de la FIL por Jacobo G. García, corresponsal del periódico El Mundo, acerca de los tres libros que han marcado su vida personal y profesional, pero quizá a nuestros lectores del resto del mundo les haya pasado la noticia desapercibida.
Si es así, sepan que tras una pregunta tan inocente y lógica, por otra parte (siendo que Peña Nieto se hallaba en el marco de la FIL), el candidato mexicano no supo qué decir. No sólo fue incapaz Peña Nieto de referirse al libro que acababa de presentar «México la gran Esperanza», sino que confundió «La silla del Águila» de Carlos Fuentes, atribuyendo su autoría a Enrique Krauze.
En su largo parlamento dubitativo y errático, de casi cinco minutos de duración, dijo cosas como que:
«Pues he leído varios [libros], desde novelas, que me gustaron en lo particular. Aunque difícilmente me acuerdo del título de los libros . La Biblia es uno» [1. Peña Nieto, el candidato presidencial del PRI que no sabe nombrar tres libros. Jacobo G. García. ElMundo.es. 05-Diciembre-2012]
Lo estragante del asunto es que diez minutos antes había pronunciado una larga conferencia de 45 minutos sobre la importancia de la cultura, con aplomo, seguridad y determinación.
Siendo algo anecdótico, no parece sino confirmar el poco aprecio que, en realidad, tienen los diferentes gobiernos por la cultura, más allá de la mera mención de algo cultural (bueno, no en el caso de Peña Nieto, claro) que siempre queda bien introducir. Un ejemplo son los planes de Mariano Rajoy, el presidente electo español, quien ya piensa fundir el Ministerio de Cultura con el de Economía en un intento de recortar gastos [2. Rajoy planea un superministerio social y absorber Cultura y Ciencia. Carmen Morodo. La Razón. 23-Noviembre-2011], y cuya intención es que la cultura sea gestionada y dirigida no por personal especialista en el ámbito, sino por burócratas con perfil político.
En fin, que aquí pueden ver el vídeo de Peña Nieto completo y pensar si se trata de una anécdota aislada o si, por contra, se ciñe a la generalidad de esa tendencia de los gobernantes mundiales que parecen guardar en poca estima a la cultura y, especialmente a la literatura (excepción hecha, quizá, la de Obama).
es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.
Ja, ja, ja. Precisamente el único título que nombró el presidenciable no es un libro propiamente dicho…
No es cosa de risa, pero ¿qué otra cosa vamos a hacer sino reírnos?
¿Qué podríamos hacer? Podríamos comenzar «No votando por él».
Hay que ser increíblemente estúpido para decir que leíste la Biblia, aclarando claro, que no la terminaste.
Coyote, aunque pudiera votarle (que no puedo pues no soy mexicano) jamás lo haría… Dicen que por la boca muere el pez. En este caso es la bocaza de Peña Nieto.