El pasado 30 de Noviembre recibía el escritor vasco Fernando Aramburu en el marco de la Feria Internacional del libro de Guadalajara el Premio Tusquets de Novela 2011 (y 20.000 euros y la estatua de la fotografía) por su novela Años Lentos, en la que, según Luis Prados del periódico El País: «a través de las experiencias de un niño, recrea el nacimiento del grupo terrorista ETA» [1. Fernando Aramburu en entrevista con Luis Prados. Los escritores vascos no son libres, están subvencionados. El País. 30-Noviembre-2011.].
En la misma nota del periódico se nos informa de que el jurado del premio «valoró la narración dickensiana de una infancia en los años 60 en el País Vasco, y el que Aramburu ofrezca una brillante reflexión en la que el recuerdo personal y la memoria colectiva se unen en un turbio trasfondo de complicidades con la violencia etarra».
Según la misma nota de El País, Aramburu «no tiene pelos en la lengua en señalar esas complicidades, empezando por la Iglesia católica, y en criticar el silencio de tantos escritores vascos sobre la violencia de ETA».
Así, para que quedase constancia de tal valentía y tras el discurso protocolario que versó exactamente sobre el mismo tema, el de ETA y los escritores vascos, Luis Prados se decide a entrevistar a Aramburu y entre otras preguntas le hace esta:
Luis Prados: Al recibir el premio ha dicho que los escritores vascos nos son libres. ¿Por qué?
Fernando Aramburu: No lo son porque están subvencionados, forman parte de la campaña de promoción del idioma. En el País vasco se mantiene la ficción de que existen lectores en euskera y por tanto es necesario el apoyo oficial. La subvención tiene un doble peligro: te permite ser escritor pero sabes que si te sales del camino te pierdes parte del pastel. A Bernardo Atxaga le tengo un gran afecto, es una excelente persona, pero ha tocado el tema de ETA de manera metafórica, sin nombrar lo evidente: el sufrimiento y la sangre. No es un hombre libre y trata de complacer a unos y a otros.
Entre muchas otras voces críticas hubo de alzarse la de Ander Iturriotz, el presidente de la Asociación de Escritores de Euskadi, en ocasión de la Feria del libro de Durango que se celebra estos mismos días, donde dijo a este respecto que: «Es indigno hablar con ese desprecio de algo que se desconoce» [2. Raquel Calvo. Las críticas de Aramburu levantan ampollas en Durango. El Correo (Álava). 05-Diciembre-2011].
Por ello, Aramburu tuvo que salir ayer a desmentir -bueno, más bien a matizar- lo dicho. Que si la culpa es del mindundi del periodista (ni siquiera lo cita por su nombre, eso sí es indigno, refiriéndose a él como «el periodista de turno»), que si todo fue culpa de la alegría reinante en la FIL, etc
Vean, se disculpa de la siguiente manera:
«Las palabras difundidas en la prensa días atrás junto a mi nombre no son directamente mías, sino resultado de la transcripción, el resumen y el corta y pega del periodista de turno. Ya solo el titular que se me atribuye tira de espaldas. «Los escritores vascos», dice sin matizaciones. Ni siquiera «algunos» o, estirando la goma, «numerosos». Y a continuación un reproche que en realidad iba en otro lugar de mi reflexión.
Así y todo, reconozco que hablé sin humildad. Pido por ello perdón. No me sirve de excusa alegar que el coloquio transcurría por cauces humorísticos ni que la ocasión del mismo era la entrega de un premio literario, con todo lo que esto conlleva de desenfado cuando no se desea incurrir en maneras ceremoniosas o solemnes.» [3. Fernando Aramburu. Carta a los escritores vascos. El País. 05-Diciembre-2011 ]
Tales declaraciones resultan sintomáticas si tomamos en cuenta lo que nos contaba Pablo Torche en su crónica titulada Todos amigos en la FIL –aquí– y que publicábamos en HC ayer lunes, pues que la culpa es de la alegría a la que obligan los premios literarios y el humorismo requerido oficiosamente en todo coloquio que suceda en la FIL.
Podíamos preguntarnos si esto confirma lo dicho por Torche, que «Nadie critica nada, nadie debate, nadie polemiza, este no es un lugar para cuestionar, para disentir, menos para enemistarse» [4. Pablo Torche. Todos amigos en la FIL. Hermano Cerdo. 05-Diciembre-2011] o si lo único que sucede, en realidad, es que Fernando Aramburu es un bocazas y, como le reprochan, habla de cosas de las que no tiene ni idea. Hay que tener en cuenta que Aramburu escribe en castellano y que además hace muchísimos años que vive en Alemania.
es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.
Fernando Aramburu se siente profundamente agraviado por los que saben euskara. En privado habla siempre así, con todo el desprecio posible. En público solía disimular y fingir «amor a todas las lenguas».
Lo sé porque lo he tratado.