Los intereses artísticos de Rita Indiana (Santo Domingo, 1977), la autora de la novela Papi (Vértigo, 2005; Periférica, 2011), así como también de los libros de cuentos Rumiantes (1998) y Ciencia succión (2002), se desplazan entre la insularidad y los continentes, los sonidos del DJ y los brincos de la bachata, con lo que su estilo literario, así, se impregna de la musicalidad (o como ella misma diría de “musicaría”) que demuestra como cantante del grupo Rita Indiana & Los Misterios. Los temas de la escritora dominicana zigzaguean entre la Televisión y la alta literatura; es su poética la de un viaje en triciclo donde cada rueda es parte del andamiaje de la cultura en la que vivimos hoy, no sin cierta ansiedad, en las (sub)culturas que calan el posmodernismo.
La obra literaria de Rita Indiana practica la apropiación de formas y estilos en su prosa para afirmar, sin anhelos o nostalgias por los residuos del pasado, que en el siglo XXI la creación solo es posible desde la adquisición de una amalgama que mezcla, a la manera de un DJ nocturno, a Thomas Mann con McDonalds, a la Pepsi con Zarathustra, a los balseros de Miami con el dinero y oro de los cuentos de Hadas, y hasta los luchadores libres con la violencia urbana. Todo vale en la literatura de Rita Indiana – un poco como los collages y balbuceante sinsentidos del Dadá – ya que uno atraviesa sus libros como si fuesen no-literatura, pastiches donde la poética ha sido remplazada por el amor a la cultura de las masas y los talkshows. En palabras de Guillermo Cabrera Infante hablaríamos de “liter-ura”; y no olvidemos que, en inglés, “litter” significaba basura, manojos de escritura de los desperdicios.
No es de extrañar entonces que la narrativa de Rita Indiana esté fuertemente intoxicada por las marcas y la hiper-inundación de imágenes, el consumo y la producción del siglo XXI. Así, responde(ría) a la gran crisis de la narrativa de finales del siglo XX, yéndose más allá de la clasificación de géneros y de las formas previas en la escritura femenina (pues tampoco toman sus libros la forma del diario, ni acaso son epístolas de la queja).
Podíamos pensar la narrativa de Rita Indiana a través de la formulación afterpop del crítico español Eloy Fernández Porta, una corriente expresada en su libro Homo Sampler: Tiempo y Consumo en la era afterpop (Anagrama, 2010) que vendría de los años noventa como una espiral donde se agrietan las fronteras de cristal entre la alta cultura literaria y el circo pop, la música DJ y la novela realista del siglo XIX, el consumo de la comida rápida y una pieza barroca de Vivaldi. Esta conjunción – y la heterogeneidad producida por los pliegues de la concentración existencial de las urbes y metrópolis – habrían producido un nuevo tipo de escritura que sabe” volar” y buscar “comodidad”, adentro del efecto de succión del mercado cultural, que todo lo transforma en residuo del pasado. Esta atemporalización, si acaso vale el neologismo, entre las técnicas culturales, los patrimonios estéticos, y las reglas del mercado, se cruzan en el plano de lo interpersonal aliándose con aquello que Pierre Bourdieu llamó estética relacional.
Tal aliento afterpop o voluntad heterogénea podemos encontrarla, por ejemplo, en Ciencia Succión (2001), donde el mixing, al estilo del cut & paste, invadiría la forma tipografía de la narrativa, incluyendo dibujos de otros artistas, marcas (el arte del branding), y tipografías del diseño del marketing. Ello implicaría que no es suficiente hablar de “libro”, sino que tendríamos que hablar de producto de alguna marca. La “marca” Rita, o la marca “Nike Rita”.
Veamos un ejemplo:
“Ya me lo había dicho una lesbiana de más edad, una bola de pelos no mantiene a nadie vivo…PUSHY SE PASA LA MANO POR EL PELO. La cara amarillenta, la sangra adentro de los zapatos Nike, un número más pequeño. Pushy se sube a su pasola y el mundo se mueve.; Escucha una mosquita que lo persigue se la sabe de memoria, las bolitas de plástico, las cáscaras que la gente abandona en medio de al vía….Wilfrido Vargas gritando Comejen! A la cámara, y una gran fiesta de bienvenida para Pushy que se la merece, mil robóticos respirándole en el cuello todo el día”. (pp. 12-13).
La narrativa de Rita Indiana es una fiesta del lenguaje y, al mismo tiempo, es una galaxia de productos o ready-mades ya listos para el click de la literatura.
Sus obras son, en suma, verdaderos postres literarios (nunca plato fuerte), cuyas capas resguardan monstruos tropicales (papis, narcos, chulos) de una comunidad literaria ya autoconsciente de su absoluta inoperancia, debido al deterioro sufrido tras tantos excesos durante el siglo XX.
(Matanzas, 1987). Estudió filosofía política, y ahora termina estudios de postgrado en literatura y estética (University of Florida). Ha recogido algunos de sus poemas en Momentáneo Espejo (2009). Desde el 2009 dirige el fractal de estética en la revista Sin Frontera. Escribe en su blog Puente Ecfrático.
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