Una seudo-autobiografía delirante

Jakob Bronsky es judío. Es un judío en la Nueva York de los años cincuenta. Alquila cuartos en pensiones inmundas cuya renta paga siempre tarde y mal. Jakob Bronsky está escribiendo una novela sobre el gueto judío. La novela se titula El pajillero.[1. Aunque yo preferiría traducirlo por El pajero.] Quiere hacerse famoso con ella. Trabaja tres días al mes como camarero, como portero de noche, como paseador de perros. El dinero que gana con estos trabajos esporádicos lo estira durante el resto del tiempo, porque lo que en realidad quiere es escribir su novela. La verdad es que Jakob Bronsky es un pobre diablo perdido en Nueva York, con delirios de grandeza, una lujuria insaciable, un humor corrosivo y muchos recuerdos. Recuerdos de los nazis, de su infancia en Europa.

Así transcurre la novela de Hilsenrath. Si no quieres, lector, otra sombría y triste historia sobre el holocausto judío, esta es tu novela. Pero cuidado, entre esa risa macabra y su demoledor sarcasmo se esconden algunas cosas serias. No se trata de un simple judío exiliado que recuerda el horror nazi; nada de eso. Esta novela es veloz y te absorbe. No hay lágrima fácil, no hay lagrima en absoluto. Hay risa ácida, más bien. Pero no cae en el dramatismo que uno espera al tratar ese tema. (Y no hay reproche en esto, claro.) Quizá este es su gran logro, el tratamiento superficial en apariencia, pero sutil y valiente en realidad. No es una novela más sobre el nazismo. Es una novela aparte, que mezcla con maestría el delirio inverosímil con el terror nazi y la miseria humana.

Año 1938. Nathan Bronsky, padre del protagonista, escribe al cónsul de Estados Unidos en Berlín, pidiendo con urgencia visados de residencia en América. Así comienza el libro, con una primera decepción, o un primer chiste ingenuo. La sucesión inesperada de los acontecimientos: la guerra, la persecución de los judíos. Y al final leemos:

En 1952 nos fuimos a América. De pronto todo estaba resuelto con los visados de residencia. Éramos displaced persons y los americanos no nos casino online dieron problemas. Pero ya era demasiado tarde, ¿entiende?
—¿Porque Jakob Bronsky estaba acabado?
—No online casino solo por eso. De algún modo, todos estábamos acabados. Ya no éramos los mismos. En realidad, mi padre también era un hombre quebrado, aunque no quisiera reconocerlo.
—¿Los americanos deberían haberles salvado en 1939?
—Así es, Mary Stone. Deberían habernos salvado en 1939.

Edgar Hilsenrath nació en Leipzig, en casino pa natet 1926. Vive mobile casino en Berlín, y parece que se ha convertido en uno de online casino los autores alemanes más famosos del momento. Dicen que Fuck America (1980) puede considerarse una novela autobiográfica, pero entonces se obviarían casino algunos de los mejores Of course, there are some caveats and you also need some special forensic data retrieval service tools (free trials available for testing casino online purposes), but online casino we»ll get to that in a casino minute. pasajes. Por ejemplo, cuando el The Vampire Diaries‘ Candice Accola added, “I’m glad Orlando Bloom smashed that weiner justin-bieber-news.info . protagonista alucina que se acuesta con la más famosa presentadora de la televisión y conversa con ella sobre sus primeros recuerdos, la visión de esos dos nazis burlándose de él mientras sale del vientre de su madre. ¿Autobiografía? En mi cabeza prefiero pokies online algo como “alucinación erótico-sarcástica sobre el éxodo judío”.

No sé qué pasó. Aquella mañana mi polla no se calmaba. En cuanto llegué a casa me di una ducha fría. No sirvió de nada. Pensé en Auschwitz. Nada. Me online casino fui a la cama y me puse la manta sobre la cabeza, no me tumbé boca abajo porque no quería excitarla más, me tumbé de espaldas, junté las manos y empecé a rezar, aunque no soy creyente, después me cagué en Dios. Todo en vano.

El ritmo de la casino online novela es variable. Los diálogos son rápidos, de un dgfev online casino humor insaciable. El protagonista charla con diversos personajes que online casino se convierten en simples excusas para narrar las aventuras de Bronsky, único personaje principal, motor de la historia. Esos personajes planos que lo acompañan son judíos, putas, negros, puertorriqueños; así es el escenario, lo más pobre y miserable de la espléndida Nueva York de los años 50. Entre tanto, los monólogos del protagonista abundan y permiten seguir el hilo de la narración, basado en el proceso de la escritura de su propia novela.

Es hacia el final del libro cuando esta curiosa seudo-autobiografía delirante alcanza sus mejores momentos. Gracias a la conversación entre Bronsky y Mary Stone, la famosa presentadora televisiva, nos acercamos más al mecanismo narrativo y el autor permite discernir entre la alucinación inverosímil y lo demás, lo que se acerca de manera extraña a la ‘realidad’. Durante ese largo diálogo (más de 60 páginas) Bronsky cuenta su propia experiencia del nazismo, pero la mezcla con varias historias más, todas ellas verosímiles o posibles. Hasta el punto de que el lector no puede (ni debe) separarlas: historias aleatorias de los seis millones de judíos muertos.

Sin embargo, Hilsenrath maneja con maestría la tragedia, convirtiéndola en humor desencajado. En carcajada honesta, aunque amarga. Y durante el tiempo de la novela, el tiempo en que Bronsky está narrando su historia, son más importantes sus propios problemas que el drama judío que aparece como telón de fondo. “Los problemas poderosos de un escritor desconocido y sin recursos, pero sobre todo de un escritor alemán de ascendencia judía en un país extranjero, en un país que no entiendo y que no me entiende”. El sueño americano se convierte en pesadilla, en el doble desarraigo de quien ya no tiene hogar porque el suyo está destrozado y el nuevo es inhóspito.

Fuck America se acerca a lo innombrable del holocausto mediante la construcción de su extraño personaje, Jakob Bronsky. Con él, el tabú de la barbarie nazi y del drama judío se explora hasta sus últimas consecuencias, en un lenguaje que roza siempre lo políticamente incorrecto y que encuentra en el sarcasmo la única manera de ofrecer la experiencia de una vida rota por el trauma y el exilio.

by Violeta Entrerríos

nació en Madrid, es doctora en literatura, coedita frecuEncia uRbe y forma parte del equipo editorial de HermanoCerdo.

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