Salgo a realizar unas gestiones burocráticas por la ciudad y, camino de vuelta a casa, decido curiosear en la librería de oferta Torradas de la calle Calabria.
Hace unos meses no era más que un almacén con varias estanterías llenas de polvo (será porque llevan ahí desde 1932) y un montón de libros no viejos, ni de saldo sino un amontonamiento de palets que siquiera nadie se había tomado la molestia de quitar el plástico.
Y adentro del plástico, cómo no, el polvo había hecho cuartel y guarida.
Estar un rato en sus dependencias diáfanas era un billete seguro a la migraña.
No obstante, a mí me gustaba. Allí por ejemplo encontré un libro descatalogado de Aliocha Coll, hace cosa de un año. Un libro de relatos raros de Albert Camus, también. E incontables libros de poesía de premios menores que a nadie interesa, aunque a mí me fascinen.
Al parecer han contratado a un chico y una chica últimamente que se ocupan de mantener cierto orden y de que el polvo no se evidencie mortuorio por sobre las cubiertas de los libros.
Aunque no sé si eso ha redundado en una mayor clientela, pues esta mañana apenas estaba yo y dos o tres personas más.
Quizá los clientes como yo sigamos prefiriendo el polvo al desgaire, el desorden y esa sensación impune de buscar tesoros allá donde sus dueños no creen tener sino descartes. Quizá los clientes como yo prefiramos eso a la vulgaridad de la novedad más rampante, al brillo de los títulos nuevos o a la certidumbre de comprar libros sin historia.
En fin, el caso es que decidí demorarme unos minutos a la caza de algún libro, esta mañana. Y en las manos me cayó La realidad poética (Un año alrededor del mundo).
Se trata de una miscelánea del profesor universitario, crítico y director del Observatorio de la Televisión Infantil Valentí Gómez i Oliver, editada por Empúries en el año 2000.
En el Proemio el propio autor explica que a partir del día 25 de agosto de 1998, se decidió a escoger una noticia del periódico cada día para hacerla convivir con “la necesidad de dibujar mediante palabras escogidas […] lo que la mencionada noticia sugiere a nuestra triste, desventurada y, sin embargo, a veces apropiada iluminación poética”.
Así, el libro consta de 365 noticias contrapunteadas por textos de aliento poético escritos originariamente en catalán y traducidos al castellano por Federio del Monte.
Noticias (aunque no solo) escogidas de manera preferente de periódicos españoles, catalanes, italianos y franceses, aunque también hay alguno inglés y alemán.
Los recortes (de muy diversa índole) se hallan pegados en cada una de las páginas (a la manera de los fanzines) y en las zonas inferiores de cada página se agazapan los apuntes en modo mecanográfico del propio Valentí Gómez i Oliver y que oscilan entre los dos o tres y los ocho versos.
Además de noticias, se incluyen otro tipo de textos como los anuncios de publicidad, las viñetas cómicas, las necrológicas o los gráficos.
Por ejemplo, en la página 34, la perteneciente al día 27 de septiembre de 1998, nos encontramos con un anuncio del Goethe Institut de Madrid, cuyo argumento de venta es:
“ALEMÁN / competir con calidad”
En su texto, Gómez i Oliver escribe el siguiente epigrama -no exento de ingeniosa sorna-:
Genitura
Obertura
Envergadura
Textura
Horticultura
Escritura
Los recortes (es de suponer) muestran los intereses del autor y así nos encontramos con diferentes manifestaciones de la cultura catalana (Dau al set, Colles Geganteres i de Grallers, sardanas, el centenario de Josep Tarradellas, Ferran Adrià, los panellets i les castanyes, el Barça, los castellers), con muchos escritores e intelectuales (Sábato, Saramago, Borges, Joan Perucho, Rushdie, Márai, Günter Grass, Ismaïl Kadaré, Félix de Azúa, Carver, Shakespeare, Leonardo Sciascia, Joan Brossa, Julián Marías), pintores (Picasso, Miquel Barceló, Manet, Joan Miró, Leonardo da Vinci), músicos (Lou Reed, Bach, Cecil Taylor, Rosana Arbelo, Daniel Barenboim y Jacqueline du Pré), cineastas (Hitchcock, Roberto Benigni, Kubrick, Gutiérrez Aragón, Marc Recha) y todo un variopinto grupo de personajes del mundo de la sociedad y la política del momento que van desde Paulovski hasta el Papa, pasando por Clinton o Sara Baras.
De entre todos los recortes diarios, la que a mí me ha llamado más la atención es la referida al día 18 de Abril de 1998 y que dice así:
Los franceses se rebelan en “verlan”
Los jóvenes crean un idioma, con sílabas invertidas y nuevas palabras, que enloquece a los lingüistas.
La noticia está sacada del diario El País y se nos ha escamoteado el cuerpo del texto.
El aporte de Gómez i Oliver dice:
Las palabras nuevas
-el ternilunio pelido-
Con ellas te encuentras.
La noticia me deja pensando.
Y me acuerdo de algo que dice Rachel Adams[1. Rachel Adams. “The ends of America, the Ends of Postmodernism”. Twentieth Century Literature. Vol 53. Nº 3. After Postmodernism: Form and History in Contemporary American Fiction (Fall, 2007). Hofstra University. (pp. 248-272)], pues que la ficción normalmente se halla un paso delante de los estudios culturales, en particular cuando se trata de representar a aquellos que normalmente son solo perfilados como abstracciones demográficas.
Así, posicionándome yo mismo por delante de lo dicho por la sociología (y esto me resulta tan sencillo como obviar una búsqueda en google y darme de lleno a la imaginación) se me ocurre un relato en el que los jóvenes franceses de 1998, de tanto invertir las sílabas han acabado tragándoselas y, con ello, atragantado y muerto.
Pero no muerto en lo físico, sino en lo espiritual.
Jóvenes franceses larguiruchos, escuálidos, de tez pálida y brazos caídos, moviéndose al ritmo constante de una cinta transportadora que diese vueltas sobre sí misma. Jóvenes franceses – avanzando moribundos, como zombies- atrapados en una circularidad de la Nada.
Dice Norbert Elías (a quien cita Pierre Bergouniox[2. Pierre Bergounioux. Una habitación en Holanda. Traducción de David Stacey. Ed. Minúscula. Barcelona, Mayo de 2011. (p. 24)]) que hay un tipo de racionalidad aristocrática emparentada a la racionalidad burguesa y que subordina el comportamiento presente, las reacciones afectivas inmediatas, a un objetivo lejano.
Así, miro a esos jóvenes franceses finiseculares en mi imaginación y los veo fantaseando en su lejana racionalidad aristocrática, demorándose en sus maneras gentiles y pausadas, pensadas para ese largo plazo que a mí me aborda hoy, en mi lectura de la miscelánea de Valentí Gómez i Oliver.
Y me pregunto sin saber qué responderme si es más práctico el juego de la supervivencia (la cultura zombie que se abstrae de un presente que deplora para buscar su posibilidad en un futuro más o menos lejano; así los jóvenes franceses de los 90 que encuentra su futuro hoy) o acaso la mecánica del vasallaje impuesto por las obligaciones del trabajo rutinario, que impide cualquier futuro más allá del puro presente.
En fin, la eterna disyuntiva entre el atemporal placer poético que está pensando para el tiempo o la inmediatez de la noticia del periódico que está circunscrita necesariamente en el tiempo.
Gómez i Oliver, por su parte, lo resuelve en su libro con el siguiente poema que lleva por clarificador título “Fin”:
esforzarse día tras otro
por acabar el trabajo
sea placer, sea castigo
al alba nos canta el gallo.
es autor del libro de relatos Fin de fiestas (Suburbano, 2014), además de crítico literario y miembro de la AECL (Asociación Española de Críticos Literarios). Escribe sobre arte y cultura para diferentes medios impresos y digitales. Forma parte del equipo editorial de Hermano Cerdo.
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