Habla de lo que sabes, de Geney Beltrán

Resulta confuso leer a un autor en un género al que no se asocia por primera vez. Pasa con muchos, como los poemas de Swift o los “cuentos” de Paz. Con Geney Beltrán Félix (Culiacán, Sinaloa, 1976) sucede parecido, un autor asociado con la crítica y el ensayo. No con la narrativa. La misma contraportada del libro Habla de lo que sabes hace alarde de ello: “el esperado primer libro de narrativa de Beltrán Félix, uno de los más brillantes ensayistas mexicanos de la nueva generación”.

El título Habla de lo que sabes se me presenta como algo irónico en un principio. ¿Beltrán Félix no debería escribir de lo que sabe? ¿No debería seguir escribiendo crítica y ensayos? Pizarnik, quien da el nombre, lo dice bien: “habla de lo que vibra en tu médula”. El debut cuentístico en libro de Beltrán Félix demuestra que no es ironía, que él sabe y siente lo que sus personajes en una ciudad, la Ciudad de México, que actúa en el libro tras bambalinas. La ciudad se presenta como la escena, la celda y la casa.

Parece ser una moda del siglo XX reunir cuentos por su tema. La influencia en México de Rulfo con El llano en llamas, en este caso, es más que notable. Su opuesto sería otro libro de mediados de siglo, Confabulario de Juan José Arreola, que agrupa cuentos tan diversos que por común sólo tienen algunas imágenes y temas recurrentes de Arreola (la mujer, por ejemplo). La unidad de los trabajos de un autor es un hilo invisible que se teje con los años. En el caso de Habla de lo que sabes podría ser complicado para el lector trazar un mapa que pueda ayudarlo. Creo, sin embargo, que el escenario y los actores dialogan entre ellos mismos.

Habla de lo que sabes se compone por diez relatos. Los protagonistas de las historias son, casi siempre, hombres deambulando una ciudad llena de fantasmas. Esos fantasmas los representa Beltrán Félix con terremotos, derrumbes, confusiones y libros. No son pocos los personajes que son buenos lectores o escritores, como el joven del cuento “Hondonada”, quien se pierde al esperar al Godot que resulta ser Montivont.

Quizá lo más característico del libro sea la variedad de estilos. Mientras hay algunos de un estilo bastante realista, “Anoche soñé que volaba” o incluso “Los perseguidos”, otros se guían por la fantasía y lo onírico, “La celda en la Ciudad”, “Ese mundo de extraños”, “Perdonados por quién”. Hacer un balance respecto a la calidad sería injusto porque en ambas corrientes y en los distintos experimentos narrativos de Beltrán Félix hay mucho que rescatarse. Pongo de ejemplo “Anoche soñé que volaba”, quizá el relato más largo y con muchas historias alrededor de él, que está inscrito en la vertiente realista del libro y con una narración tradicional, es también uno de los mejores y que no desmerece frente a los bien construidos “Ese mundo de extraños” y “Keppel Croft”.

La extensión también varía. El ya mencionado “Anoche soñé que volaba” es el más largo, con un personaje que podemos conocer mejor y una historia más compleja que sólo termina cuando el protagonista se suicida socialmente. “El cuerpo de Sicrano”, otro de los pesados y realistas, también encierra historias. La focalización y el narrador cambian constantemente. Cuentos más cortos no dan tanto para la exploración de los personajes, en cambio se concentran más en relatar lo sucedido.

Variedad. Es esa la palabra clave en Habla de lo que sabes. Variedad de estilos, géneros y temas. Es quizá por eso que se piensa instantáneamente en este libro como algo no unitario, cada cuento siendo autónomo. Y lo es. No se necesita de la lectura completa para darse cuenta que Beltrán Félix se tomó un tiempo largo en la construcción del libro. Líneas, juegos y personas están ahí con razón. Nada sobra y algo falta. Falta pulir la narrativa que se siente densa innecesariamente en algunos cuentos. Las mayores virtudes del libro son el lenguaje, los personajes y el manejo de los espacios (hacer el recorrido de “Perdonados por quién” mientras uno lee el cuento sería un experimento interesante). La narrativa presenta un oxímoron, es densa y fluye. Densa porque se requiere aunque en algunos párrafos eso deja de ser una virtud. Fluye por las imágenes, la trama y los personajes. Beltrán Félix sabe de lo que escribe.

by Joaquín Guillén Márquez

es un Ewock, Hobbit y Oompa Loompa frustrado que nació en 1990 en la ciudad de México. Es estudiante de literatura inglesa en la UNAM y colaborador de diversas publicaciones. Forma parte del consejo editorial de la revista digital Cuadrivio.

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